Todos vendieron y vendieron bien. La feria que recibe cien mil visitantes por año, es una gran vidriera.
por Mercedes Ezquiaga
La participación de Argentina como país invitado de honor en la 36ta. edición de la feria ARCOmadrid finalizó con un balance que va de “muy positivo” a “exitoso”, según ponderaron los propios galeristas participantes de este envío, un conjunto contemporáneo y experimental, signado por la diversidad y que buscó alejarse de los clásicos referentes culturales de nuestro país.
Cambiaron de dueño obras de los argentinos Julio Le Parc, Guillermo Kuitca, Nicolás García Uriburu, Mirtha Dermisache, Fabio Kacero, Alejandra Seeber, Martha Boto, Hernán Soriano, Leopoldo Estol, Adriana Bustos, Juan Tessi, Elda Cerrato, Mondongo, Marcelo Pombo, Luis Frangella, Diego Bianchi, Elba Bairon, Juan José Cambre, Nicanor Aráoz, Luciana Lamothe, Mariana Tellería, Valentina Liernur y otros más, en su gran mayoría, parte del envío seleccionado por la curadora Inés Katzenstein.
“El balance es muy bueno, muy positivo. Todos vendieron y vendieron bien. Y desde el punto de vista político, este aval de la Nación, fue un exitazo”, dijo a Télam la galerista Orly Benzacar, hija de Ruth, en su doble rol de galerista y presidenta de Meridiano, la Cámara Argentina de Galerías de Arte Contemporáneo creada en 2016 para promover el arte argentino en el mundo.
Una obra de la artista Adriana Bustos (1965), “Burning books I”, una pieza compuesta por libros que han sido censurados, y que se exhibe en galería Liprandi, fue comprada para su colección permanente por el Museo Reina Sofía, en el marco de una adquisición por un total de 18 obras por las que la institución española desembolsó 389.200 euros, según informó.
Mucho se habló en los pasillos, de la incorporación por primera vez, de obra histórica de la artista Liliana Maresca al patrimonio del Reina Sofia: “El museo está muy interesado en comprar su obra. Se concretaría en noviembre cuando se reúna el patronato”, contó a Télam Florencia Giordana, de la galeria Rolf, al explicar que la transacción aun no se concretó.
Rolf es una de las galerías que participa en ARCO por fuera del envío argentino, es decir que está presente junto a las galerías de todo el mundo. Su apuesta fue “arriesgada”: un solo show dedicado exclusivamente a fotografías y objetos de Maresca, artista emblema del under de los 80.
Desde que abrió sus puertas a todo público, la feria se vio desbordada de público, especialmente familias y niños, recorriendo, mirando, participando, como quienes estuvieron en el stand de Argentina durante el taller xulsolariano de “construcción de maquetas voladoras”. Antes, hubo batalla de performers que recitaban a través de megáfonos -como una suerte de contienda, distintos fragmentos de manifiestos del arte argentino.
Una gran “Esfera blanca” -como la que se ve en Buenos Aires el ingreso al CCK- de Julio Le Parc, de más de dos metros de alto, y que ya se vendió, en una cifra superior a los 250.000 dólares, aunque nadie quiso confirmarlo, fue uno de los atractivos principales para los visitantes, que se la pasaron tomándose fotos junto a la obra, en la galería brasileña Nara Roesler.
“¿Es una tela de araña? No me lo creo”, se escucha decir a una mujer que pasea junto a su hija, cuando se detienen frente a las obras del argentino afincad en Berlín Tomás Saraceno, en el stand de la galería neoyorquina Tanya Bonakdar.
Es que Argentina fue protagonista casi excluyente en esta edición de ARCOmadrid que con esta catarata de arte y cultura argentina pareciera invertir simbólicamente el recorrido de las rutas coloniales, aunque “la mayoría de los que han comprado son argentinos”, contó Benzacar. “Necesitamos consolidar el mercado local, y que el mundo perciba que es sólido. Y así construir un mercado internacional”, opinó la galerista.
Es que además de la venta de obras de arte, ARCO, la feria que recibe cien mil visitantes por año, es una gran vidriera. “Slyzmud es una galería de dos amigas que tienen 28 años y que decidieron abrir un local juntas. Aquí se puede ver la obra de los artistas Guillermo Faivovich y Nicolás Goldberg, una investigación que lleva años, sobre una lluvia de meteoritos en el norte del país”, cuenta una guía española a un grupo de veinte visitantes que llevan audioguía. Justamente esta obra fue adquirida por la colección española Sánchez-Ubiría, con sede en el Centro de Arte Alcobendas, informó ARCO.
El coleccionista Eduardo Costantini compró para su colección personal, en línea con la estrategia de adquisición del Malba, “El cuarto de las cantantes”, una pieza conjunta de Jorge Macchi y Edgardo Rudnitzky; una obra de Alejandra Seeber (por 12.000 dólares), dos libros de Mirta Dermisache (Henrique Faria) de 1971 y 1972; y un pintura de Juan Tessi en 10.000 dólares, entre otras piezas. También compró una obra de 1966 de Marta Botho, “Helicoidal perpetuo”, en la galería María Calcaterra, quien calificó, en diálogo con Télam, la participación en la feria de “súper positiva”.
Pocos stands causaron tanta atracción como el de Barro, donde se mostró la instalación del colectivo Mondongo, suerte de escenario que imita al Palacio de Versalles, donde el español Albert Plá realizó una performance “No soy tan joven como para saberlo todo”, disfrazado con una máscara metálica dorada de Pinocho, con funciones a lo largo de todo el día. La instalación ya se vendió, confirmó a Télam el galerista Nahuel Ortiz Vidal, de Barro. La galería con sede en La Boca vendió también dos obras de Marcelo Pombo -una en 40.000 dólares y otro en 25.000, dos de Diego Bianchi (incluida “Multipierna”) en 12.000 dólares cada una; una pieza de Nicanor Aráoz en 8.000 mil dólares, quien recibió una invitación, gracias a que fue visto en ARCO, a exponer el año próximo en una institución cultural de Suiza.
Por su parte, Mauro Alvarez, de la galería Document-Art, por fuera del envío celeste y blanco, y junto a las 200 galerías de todo el mundo- señaló a Télam que “el balance es bueno” y tuvo que recambiar obras a medida que se iban vendiendo. Confirmó la venta de obras de Leopoldo Estol, de quien llevó unas sutiles acuarelas pintadas en una travesía por el sur del país, y obras de Hernán Soriano, quien viene de exhibir recientemente en el Museo de Arte Moderno-. Es la cuarta vez que Document Art participa en ARCO y para su galerista, y opinó que al traer obras de artistas jóvenes -como las de Soriano que rondan los 2.500 euros, las han comprado coleccionistas jóvenes”.
“Las ventas superaron las expectativas”, dijo a Télam por su parte, Mauro Herlitzka, de la galería Henrique Faria, especializada en el arte de las vanguardias. Allí se vendieron los dos mendionados Dermisache, así como la obra de Ricardo Carreira, “más compleja, más experimental” que tambien eocnotró nuevo dueño aquí en Madrid. “El mapa invertido de América del sur” (1982), de Nicolás García Uriburu, se vendió por 85.000 euros, confirmó Herlitzka.
“Esperemos que esto nos sirva sirva para tejer algo a largo plazo, para que empiece a ver una red que incluya el arte argentino”, señalo Orly benzacar, quien confirmó además la venta de una escultura de Luciana Lamothe, una pintura pequeña (“Sin título”) de Guillermo Kuitca, un crucifijo de Mariana Tellería, una pieza de Fabio Kacero -el artista que copia la caligrafía de Borges- y dos pinturas de Valentina Liernur.
El invierno madrileño fue así escenario de la efusiva y eufórica participación argentina como país invitado en la 36 edición de la feria, que no estuvo exenta de polémica por la ausencia de galerías de provincia, y que contó con un programa paralelo que desplegó numerosas propuestas en arte, cine, música y teatro en algunos centros culturales neurálgicos de la capital española.
Télam.